Tipos encollidos, sen pescozo, cetrinos, sudorosos, marraus, con grasa na cinta da bimba, con caspa no cuello de terciopelo do gabán, con uñas reberetadas de negro, con dentes coor de tabaco.

Tipos encogidos, sin pescuezo, cetrinos, sudorosos, marranos, con grasa en la cinta del sombrero de copa, con caspa en el cuello de terciopelo del gabán, con uñas ribeteadas de negro, con dientes color de tabaco.

Manseliña e lene dinamita, o xudeu é a gran forza desorganizadora, o formento da disolución social, que vai rillando os fundamentos de tódalas cousas.

Blanda y suave dinamita, el judío es la gran fuerza desorganizadora, el fermento de la disolución social, que va royendo los fundamentos de todas las cosas.

No soy un panegirista de todo lo que se hizo en España de fines del siglo xv a fines del xvii. Juzgo que a estas alturas esta tarea debe dejarse hoy encomendada a cierto tipo de funcionario distinguido. Por otra parte, en lo que al pueblo judío se refiere, no experimento aquella fruición que experimentan los filosemitas al tratar de todas las cosas de Israel.

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Se cuenta de Ziyad ibn Abi Sufyan –Dios lo haya perdonado– que dijo a quienes estaban reunidos con él: «¿Quién es el hombre más feliz?» replicaron: «El Comendador de los Creyentes». Dijo: «¿Y lo que le ha caído con los qurayshíes, qué?» Dijéronle: «Entonces, tú». Respondió: «Y qué dices de todo lo que me hacen pasar los jariyíes y de la defensa de las fronteras?» Respondieron: «¿Quién pues, Emir?» Dijo: «Un hombre musulmán, que tiene una esposa musulmana, bastante de qué vivir, viven ambos satisfechos uno del otro, y al que no conocemos, ni él a nosotros.» Hay […]

¿Hay, entre las cosas que suscitan la admiración de las criaturas, prendan los corazones, atraen los sentidos, fascinan los espíritus, se apoderan de las voluntades, entrecortan las inteligencias y paralizan las entendederas, algo más adorable que los tiernos cuidados que el amante prodiga a su amada? He visto cosas de este género muchas, y digo que es una de las visiones más fascinantes y la que despierta la ternura más delicada, sobre todo cuando el amor es de los que se llevan de tapado. ¡Si contemplaras al amado cuando deja caer sus inquisiciones, con las que pretende averiguar la razón del enfado del amante, o su embarazo al tratar de salir de ese mal paso mediante excusas, o la forma en que trata de presentar las cosas al mejor pelo, o incluso las tretas que ingenia para sacarse alguna razón

que hacer valer ante sus interlocutores, verías algo maravilloso, una oculta delicia que no tiene parigual! No conozco cosa que atraiga más los corazones, que los arrebate mejor ni que vaya más directa a sus puntos vitales que este acto. Pues los amantes, en punto a justificar su unión, tienen razones a las que no llegan las gentes de mucho caletre y fina inteligencia, dotadas de mentes poderosas. Esto lo he visto en muchas ocasiones, y sobre ello he compuesto estos versos:

Cuando mezcles lo verdadero con lo falso,
conseguirás lo que quieras de los tontos.
Entre ambas cosas hay una diferencia cierta,
una señal que se aparece a quien usa la cabeza.
Es como el oro sin mezcla, que cuando le añades plata
pasará por puro a ojos del joven lerdo,
pero que si topa con un joyero experto, éste
distinguirá sin dudar lo puro de lo espurio.

— Abú Muhammád Alí bin Ahmad bin Sa’id bin Hazm Alqurtubí Al-lablí (أبو محمد علي بن احمد بن سعيد بن حزم القرطبي اللبلي), El collar de la paloma (طوق الحمامة), capítulo xx: «La unión» (باب الوصل), folios 57b y 58a del únicum (dícese del texto transmitido por un único testimonio manuscrito) Leiden, Bibliotheek der Rijksuniversiteit, Or. 927; traducción de Jaime Sánchez Ratia, Madrid, Hiperión, 2009 [2010], págs. 194 y 195.

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[En la misma serie.]

El otro día en Blanquerna, una de las dependientas que responde a un cliente: «No, es el mismo libro, pero esta es la edición en catalán y esta la edición en valenciano».

El otro día, con mi adorada ahijada: «Pero, ¿cuántas lenguas hablas?». Esta, esa, aquella y catalán. «¿Pero el catalán es una lengua?». Y si no, ¿qué es? «¿Un dialecto?».

En el programa Là-bas si j’y suis, «propuesto» (me encanta este galicismo) por Daniel Mermet en France Inter, emisión del 9 de septiembre de 2009 («sus reacciones después del reportaje de Dillah Teïbi, ‘Lo que vela el burka’, emitido ayer»), 47’30’‘:

Les femmes sont en communauté. Elles ne nous disent même plus bonjour. On peut plus les approcher, on peut plus leur parler. C’est très, très angoissant, franchement très angoissant pour nous. […] Elles ne parlent même pas français, elles parlent arabe entre elles. [Las «emigrantes de segunda generación» en una ciudad francesa] On est regardé de travers, chez nous, en Occitanie. […] Ce sont des françaises!

Las mujeres se restringen a su grupo. Ni nos saludan. No podemos acercarnos, ni hablarles. La verdad es que nos angustia, nos resulta muy angustioso. […] Ni siquiera hablan francés. Hablan árabe entre ellas. [Las «emigrantes de segunda generación» en una ciudad francesa] Nos miran mal, aquí, en nuestro país, en Occitania. […] ¡Y son francesas!

En la respuesta de un profesor catalán a una pregunta mía:

M’he descuidat d’afegir un detall en la meva última carta. Pots escriure’m, si vols, en castellà o en francès. Agraeixo molt que ho hagis fet en català, però pels cognoms no sembles català, valencià o mallorquí d’origen.

«Me he olvidado de añadir un detalle en mi última carta. Puedes escribirme, si quieres, en castellano o en francés. Agradezco mucho que lo hayas hecho en catalán, pero por los apellidos no pareces catalán, valenciano o mallorquín de origen».

(septiembre de 2007).

«Tú lo que tienes que hacer es irte a Arabia Saudí, que allí sí que hablan árabe ‘clásico’ por la calle» (una estudiante tunecina de chino [?] en algún momento del 2000).

«¿Me quieres decir por qué coño pronuncias así el hebreo? Grgrgrg, grgrgrg, grgrgrg» [intentaba reproducir así ella la pronunciación fricativa uvular sonora de la /r/ en hebreo israelí, socialmente normal aun no siendo normativa] «¡Pronuncia como Dios manda, en sefardí, de toda la vida, coño!». La interlocutora era hebraísta, universitaria y no hablaba – ni habla – hebreo (pero sí lo pronunciaba). Israelí tampoco hablaba (ni lo pronunciaba). Debía de ser sobre 1998 o 1999.

Al contrario que para la historia de la pronunciación llamada «asquenací» del hebreo (Ilan Eldar, מסורת הקריאה הקדם-אשכנזית מהותה והיסודות המשותפים לה ולמסורת ספרד [«La tradición de lectura pre-asquenací»], Jerusalén, Magnes Press, vol. 1: «Temas de pronunciación y vocalización», 1978, vol. 2: «Temas de formación», 2000), no existe, hasta la fecha, ningún estudio monográfico – ni casi específicos o locales – sobre lo que haya sido históricamente la pronunciación «sefardí». A pesar de lo cual, las monografías académicas o divulgadoras no dejan de repetir que «la pronunciación del israelí abandonó la pronunciación asquenací y tomó la sefardí». Es decir: los israelíes, en general, pronuncian un ectoplasma científico.

El latín será una lengua muerta, pero Judith y yo nos acabamos de escribir en latín (para hablar luego por teléfono, probablement en francés. Luego acabaremos en inglés, como casi siempre. Yo es que con el polaco no puedo). Cada uno con el substrato y cierta fantasía léxica que corresponde, claro.

Este:

Serafín Fanjul

hablando de:

L’harmonie des Trois Cultures, une création européenne

[«La armonía de las Tres Culturas: una creación europea»]

puesto aquí:

Mythes de la coexistence interreligieuse: histoire et critique

[«Mitos de la coexistencia interreligiosa: historia y crítica»]

 

es como poner al zorro a conferenciar sobre las técnicas de protección de la integridad de las gallinas, digo yo.

La mesma Romana Latina hablaron los moradores en las vertientes de los Pirineos; empero por la vecindad del estudio de Letras que antiguamente tuvieron en Huesca los Romanos, tenian muchas dicciones Latinas; y como los moradores de aquella tierra fueron gente tosca, y mal mirada, corrompieron aquel Latin, y mezclaron Lengua Gascona, y formaron una Lengua muy confundida de Latin bárbaro, y corrompido, y de la Romana, y Gascona: y assí, sino es en Zaragoza, Ciudad principa], y cabeza de Aragón, que la propria Lengua Aragonesa se habla, toda la otra gente, que está en las fronteras de Gascuña, Navarra, Castilla, y Valencia, es muy agena de la verdadera Lengua Aragonesa. Pues entremos en Castilla, que es un reyno muy grande, compuesto, y ayuntado de muchos Reynos, donde el Rey, y su Corte siempre reside y tantos grandes señores, y Caballeros, y hay ciudades muy grandes, y populosas, donde se habla perfecta Lengua Castellana muy galana, cortesana, y graciosa, y muy esmerada, y estimada por todos los Reynos y Provincias del mundo, por ser muy inteligible, y conversable.Empero si nos imos por los linderos, y aledaños de Castilla, donde afrenta Aragón, Navarra, Vizcaya, Galicia, Portugal, Granada, en cuanto hay Algaravia, y Valencia, qué mixturas de Lenguas hallamos, que se le han apegado por la comunicación de los foranos, por cierto que es lástima ver, que en la Lengua Castellana aya tanta mixtura de términos, y nombres del Arábigo, y á les venido por la mucha comunicación, que por muchos años han tenido en guerra, y en paz con los Agarenos. Y hanse descuidado los Castellanos, dexando perder los proprios, y naturales vocablos, tomando los extraños: y desto rescibe la noble Lengua Castellana, no poco, sino muy grande perjuicio, en consentir, que de la mas que cevil, y abatida Lengua Arábiga tome vocablo, ni nombre alguno, pues en Castilla hay millares de Varones sabios, que en lugar de los Arábigos podrian hallar vocablos proprios á cualquier cosa, en demás teniendo la Lengua Latina, de la cual la Lengua Castellana pretende ser tomada del tiempo de los Romanos venidos á España; que pues la Latina es madre de muchas otras Lenguas, la Castellana se mejoraría grandemente, y conforme á lo dicho lo hallarán en la Lengua Valenciana, que por mas que en Reyno de Valencia habia dos tercios de Agarenos, que hablaban Arábigo, y en esta Era hay un tercio de convertidos que hablan Arábigo, jamás la Lengua Valenciana ha tomado, ni usado de palabra alguna Arábiga, antes por ser el Arábigo tan enemigo del Christiano, le tienen por muy aborrecido. Son estos conversos de la secta Mahomética á nuestra santa Fé Cathólica tales, que al cabo de cincuenta años, que son baptizados, jamas se ha podido acabar con ellos que dexen el Algaravia, y hablen Lengua Valenciana; y cuando mucho los apretamos, responden algunos de ellos: Por qué quereis que dexemos la Lengua Arábiga? Por ventura es mala? Y si es mala, por qué la hablan los Castellanos mezclada en su Lengua? Dexen ellos nuestra habla, y nosotros la dexaremos poco á poco! Y viniendo á contradecirles, un convertido bien avisado, en Lengua Castellana, dixo: No veis, que á los Castellanos les faltan muchos vocablos proprios, y por aquella falta toman de la Algaravia estos: Sartén, Azeite, Azeituna, Azeituno, Azebuche, Alhombra, Altamia, Candil, Alcuza, Alhuzema, Alquitara, Arrayan, Albahaca, Azaar, Adelfa, Azufeifo, Azucena, Azuleja, y muchos otros sin número. Y los rios casi todos son nombres de Algaravia, como Guadalquivir, Guadiana, Guadarrama, Guadalete, etc.

Rafael Martí de Viciana (1502-1574 [¿o 1580?]), Libro de las alabanzas de las lenguas hebrea, griega, latina, castellana y valenciana, Valencia, 1574.

[En la misma serie.]

Para N. A. Jalil, desde este lado del espejo, quien me enseñó lo poco que sé de la heterogeneidad de los moriscos y que me dio las pruebas de que humanidad no hay más que una y silencios, muchos, tanto ahora como en el siglo xvi o en la Edad Media.

Les pirateries de Barbarossa i de Dragut, que mortificaven el litoral valencià, tenien en ells un cap de pont evident. Era llur reacció davant les violències de què eren víctimes -o temien d’ésser-ne. Els moriscos seran, potser sense ells voler-ho, la causa principal del naufragi d’aquella societat.

[«El corso de Barbarrosa y Dragut, que mortificaban el litoral valenciano, tenía en ellos {los moriscos} una cabeza de puente evidente. Así reaccionaban a las violencias de que eran -o temían ser- víctimas. Los moriscos serían, tal vez sin quererlo, la causa principal del naufragio de aquella sociedad.»]

Les aljames continuaven acatant la rectoria moral i religiosa dels alfaquins, celebraven les cerimònies alcoràniques, i duien llur documentació en «algaravia». Si sempre -vull dir, d’ençà de la Conquista- els moros valencians havien conservat llur condició de comunitat distinta, ara, perseguits, se sentiren més a part i aïllats: els lligams morals que els unien ells amb ells van enfortir-se. L’acarament de tots dos pobles, moros i cristians, es convertia en una incompatibilitat insoluble.

[«Las aljamas seguían acatando la dirección moral y religiosa de los alfaquíes, celebraban las ceremonias coránicas y llevaban la documentación en «algarabía«. Si los moros valencianos habían conservado siempre -quiero decir, a partir de la Conquista- su condición de comunidad distinta, ahora, perseguidos, se sintieron más separados y aislados: los lazos morales que los unían entre ellos se reforzaron. El enfrentamiento de ambos pueblos, moros y cristianos, se convertía en una incompatibilidad insoluble».]

Historiadors, polítics i desenfeinats de tota mena han discutit apassionadament, durant els darrers cent cinquanta anys, a propòsit de l’expulsió. Hi ha hagut dicteris esgarrifosos i lloances efusives. Per als uns, allò fou un acte de vandalisme religiós, propi de la rígida intolerància que caracteritzà l’Espanya dels Àustries; fou, de més a més, un error econòmic lamentabilíssim, una causa més, però no insignificant, de la decadència d’aquella Monarquia. Per als altres, en canvi, fou un gest de virtuosa severitat, que, si entranyava afliccions materials, responia a ideals sublims i etcètera. La polèmica, per a mi, no té gaire sentit, i menys en aquests termes. Mirades les coses sincerament, no hi ha dubte que, des del nostre angle -de valencians actuals-, l’expulsió fou una sort. Algun erudit ha comparat la situació valenciana del XVI amb la de l’Algèria del 1961: comparança prou exacta, sí. Els moriscos eren un poble colonial a la pròpia terra -al capdavall, ells eren uns «valencians» més «antics» que els altres-, i els cristians eren una mena de pieds-noirs sobrevinguts i explotadors.

[«Historiadores, políticos y ociosos de toda laya han discutido apasionadamente durante los últimos cincuenta años a propósito de la expulsión. Se han emitido espantosos denuestos y alabanzas efusivas. Para unos, fue un acto de vandalismo religioso, propio de la rígida intolerancia que caracterizó la España de los Austrias; fue, además, un error económico lamentabílisimo, una causa adicional, aunque no insignificante, de la decadencia de aquella Monarquía. Para otros, en cambio, fue un gesto de virtuosa severidad que, si entrañaba aflicciones materiales, respondía a ideales sublimes y etcétera. La polémica, para mí, no tiene mucho sentido y menos en estos términos. Viendo las cosas con sinceridad, no cabe duda de que, desde nuestro punto de vista -de valencianos actuales- la expulsión fue una suerte. Algún erudito ha comparado la situación valenciana del xvi con la de la Argelia de 1961: comparación sobradamente exacta, sí. Los moriscos era un pueblo colonial en su propia tierra -al fin y al cabo, eran unos «valencianos» más «antiguos» que los otros-, y los cristianos eran una especie de pieds-noirs sobrevenidos y explotadores.»]

Joan Fuster (1922-1992), patriarca y profeta del nacionalismo pancatalanista de izquierdas, con especial relevancia en el País Valenciano; Nosaltres, els valencians [«Nosotros, los valencianos»], Barcelona, Edicions 62, 1996, decimosexta edición (primera edición de 1962), págs. 34, 36 y 38.

Hay mucho que pensar en todas estas mescolanzas de lenguas, religiones y razas y en estas amalgamas de, por ejemplo, el velo de las mujeres y el automóvil o el fonógrafo. Por mucho que nos entristezca la lectura de las relaciones de expulsión de los moriscos de España, hay que pensar que, una vez hecho, ha sido la medida política más sabia del mundo. Dice Jaime [Oliver Asín] bromeando en las líneas que me dedica, y que le agradezco en lo que valen, que «no se me ocurra musulmanizarme». No hay cuidado. Hay mucho de verdad en lo que V. me ha dicho siempre de la desilusión que se sufre al venir a Oriente. Por bajo de la cáscara brillante y exótica, no hay más que fanatismo y una sociedad absurda donde no hay mujeres, donde un hijo no habla ni se trata con su madre. La religión vulgar -¡no la de los grandes teólogos, claro!- es algo estrambótico. La oración en común parece una clase de gimnasia sueca, y es un espectáculo desagradable ver a todo el mundo descalzarse a la puerta de las mezquitas y andar siempre con las patas al aire y con las chancletas al retortero. ¡Qué alegría la de sentirse cristiano! Cuando en la iglesia de los franciscanos de aquí, que es inmensa y estaba llena de europeos, resonó en la Misa del Gallo el Alleluia, crea V. que sentí una de las mayores emociones de mi vida.

Desde El Cairo, 27 de diciembre de 1927.

¡Pero en fin llegué! Los franciscanos, para los que traía recomendaciones, no me pudieron hospedar, por falta de sitio. He visitado el Santo Sepulcro, Getsemaní, la tumba de la Virgen, la Vía Dolorosa, etc., etc. y ayer en auto con un franciscano, dos señoras chilenas y un francés Jericó, el Jordán y el Mar Muerto. ¡Qué visitas tan emocionantes, y al mismo tiempo tan dolorosas por ver cómo está esto dividido entre las sectas! Hoy es posible que vaya a Belén y los días que siguen asistiré a los oficios y Vía Crucis en los mismos lugares en los que se verificó la Pasión del Señor. Jerusalén es maravilloso, con sus callecitas en cuesta y abovedadas. ¡Lástima que haya tanto judío!

Desde Jerusalén, miércoles santo, 4 de abril de 1928.

Emilio García Gómez (1905-1995), patriarca y caudillo del arabismo español en la segunda mitad del siglo xx; Viaje a Egipto, Palestina y Siria (1927-1928). Cartas a Don Miguel Asín Palacios, Madrid, Real Academia de la Historia, 2008, págs. 47 y 78

Mi señor suegro, Dios te honre. He recibido tu distinguida carta, la primera y la segunda, y la he entendido, señor mío. En cuanto a lo que dices de si quiero armas, pues hoy más que nunca. Y ya que vuestra señoría se propone marchar, Dios te decrete salud y te devuelva a tu casa con bien. Vuestra señoría haga lo posible porque se me dé armamento completo, es decir, espada, daga y pedreñal, y si puede ser armamento defensivo, que es coraza o lo que se le parezca, bien, y si no, las tres cosas, y si no, espada y daga; en cuanto al precio, por el armamento completo darás hasta cien libras, y por espada y daga, hasta cincuenta libras, y si el asunto está cerca de acuerdo por diez o veinte, si son, manténte en el principio. En cuanto al asunto del dinero que me mandas a decir que te envíe, mi señor, es divisa que nosotros debemos pagar a la gente: en ello nos va el honor, y no puedo dar nada porque en estos días acierto a estar desprovisto de dinero. Señor mío, procure su señoría recabar licencia de armas, y si Dios provee quien lleve el buen envío de una manera u otra, en paz, y si no, envía un correo expreso en el que se esté (el envío) y cuánto se debe pagar por él, e inmediatamente te lo enviaré o te lo pondré en el Banco de Valencia [>ṭblh<, i.e. la «Taula de Canvis» de Valencia; nota de JdPP], y te enviaré cédula notificatoria para que expliques que a costa mía es toda la cosa. Y, aunque en ella hay puerta abierta para eso, que te he dejado cuánto darás, haga su señoría lo que crea ser conveniente, que yo defenderé todo lo que hagas en mi nombre en el asunto del armamento: ten esta carta como recordatorio. Tengo entendido que el rey ha hecho merced del asunto del armamento al secretario Franqueza. Allí estarás: llévate lo que puedas.

El portador de esta te lleva un frasco de miel de caña y un piloncillo de azúcar para que los lleves para el camino: recíbelos de buena gracia, y que Dios te dé buen viaje y te devuelva a casa con bien, como deseas. Nada queda sino saludaros a todos con la paz, la misericordia y bendición de Dios.

Benirredrá, 19 de febrero del año 1595.

Mendoza no está aquí, y me han dicho que aún no está el algodón teñido; cuando esté, lo enviaré, si Dios quiere.

Hasta que lo mandes, tu servidor, Luis Alġāzī

Carta del morisco valenciano L. Algazí a su suegro, en viaje camino de Valencia, escrita en árabe andalusí. Editada y traducida en Federico Corriente Córdoba, «Árabe andalusí», en Federico  Corriente y Ángeles Vicente, Manual de dialectología árabe, Zaragoza, Instituto de Estudios Islámicos y del Oriente Próximo, 2008, edición y transcripción del texto árabe en págs. 373-375 y traducción al español en págs. 375 y 376.

¿Dos moriscas del siglo xx?

¿Dos moriscas del siglo xx?

¿Cómo podemos dar voz a aquello que ha sido silenciado sin hundirlo aún más en su silencio, sin tapar su posibilidad con nuestra construcción? Cuando se dice que la represión y el necesario consenso explican el silencio subalterno de la Posguerra y la Transición española (más aún cuando se añaden florilegios como «madurez» o «coherencia», al hablar de cómo el silencio de las víctimas ayudó a la culminación óptima de los procesos sociopolíticos) no se está haciendo otra cosa que representar al subalterno. En este caso, la escritura de Ángel Piedras es reveladora en un doble sentido y también en un doble sentido pone en jaque estas teorías:

1) Ángel Piedras es un subalterno que vuelve al mundo de los vivos, desde la muerte, pues ve conmutada una condena capital que duró 101 días, en los que esperó ser asesinado cada amanecer, y desde el silencio al que estaban condenados sus escritos. Y revela que hay una parte de lo subalterno que se niega a ser representada y que no se encuentra de acuerdo con la construcción de una «reconciliación» que ha de labrarse a costa del silencio de la parte más dañada y menos desagraviada de esta historia (no hace falta recordar que las víctimas franquistas tuvieron cuarenta años de desagravio público y privado, social, político y económico).

2) Ángel Piedras, vuelto del mundo de los muertos, pone de manifiesto a su vez que hablar de «subalterno» como algo homogéneo es también una forma grosera de representación. El subalterno no es un todo uniforme sino un magma lleno de fracturas, a menudo irreconciliables.

Pedro Piedras Monroy, «La lista de Ángel Piedras: memoria de la Guerra Civil y subalternidad», Revista da Faculdade de Ciências Sociais e Humanas (Lisboa), nº. 18 (2006), págs. 143-161, extraído de la pág. 156.

Ángel Piedras (1910-1997) fue vecino de Nava del Rey, provincia de Valladolid (España): «Hijo de una familia de jornaleros, también él trabajó en el campo hasta los veintiséis años. Fue detenido y encarcelado en los días de la terrible represión que sucedió al alzamiento franquista. Tras 101 días de condena a muerte, su pena fue conmutada por la de cárcel. Salió indultado en 1944. Ángel Piedras era hermano de mi abuelo, fusilado en Cáceres en enero de 1938. Su testimonio tiene que ver decisivamente con mi interés y mi dedicación a la historia. Este pequeño ensayo, primera piedra de un trabajo más amplio, es ante todo una prueba de mi admiración y agradecimiento hacia él», Pedro Piedras Monroy, op. cit., pág. 143.

Nava del Rey fue una de las localidades donde más atroz fue la saña de la represión durante y después de la Guerra Civil Española. Fue asesinada buena parte de la corporación municipal, con el alcalde Cirilo Moro a la cabeza, y una larga lista de vecinas y vecinos del pueblo, cuyo nombre y circunstancia de la muerte da en sus cuadernos Ángel Piedras.

Coda: Joan Fuster repitió públicamente en diversas ocasiones que él no se consideraba nacionalista. Emilio García Gómez comenzó su discurso, en el homenaje que la Facultad de Filosofía y Letras dispensó al recién fallecido José Ortega y Gasset, con las palabras: «yo, que soy un liberal…».