Publicaba Carlos Carrete Parrondo [Hebraístas judeoconversos en la Universidad de Salamanca (siglos xv-xvi); lección inaugural del curso académico 1983-1984 (Salamanca : Universidad Pontificia] (1983) [pág. 18] que:
Y Alonso de Zamora, quien en ningún momento de su vida fue denunciado al Santo Oficio de la Inquisición por cualquier sospecha de heterodoxia, guardó, también en esta ocasión, una actitud silenciosa, prudente, contemplando –y sintiendo en profundidad– a un grupo social hostil, poderoso, al que tenía que aceptar, pero con quien no podía compartir sus proyectos esencialmente humanistas.
Lo de los «proyectos humanistas» me lo creí y me lo sigo creyendo, más por falta de una descripción más ajustada que por convencimiento absoluto. Y lo del Alfonso libre de toda sospecha y discreto pero ajeno observador de las escabechinas inquisitoriales en la Castilla presuntamente triunfal del siglo xvi, también me lo había creído por las mismas razones: por falta de otras hipótesis más ajustadas que arriesgar. Hasta ahora.
Contra los inquisidores, sus calumnias e inquinas
Diremos que los teólogos saben más que ellos, tanto de herejía como de disputas puesto que conocen la Escritura, en tanto que [los inquisidores] no conocen la Escritura. No habremos de quedarnos atónitos del gran poder que tienen, ni sentir miedo o terror, pues existen argumentos de ciencia en [esta casa de] estudio contra ellos: que no arderán los teólogos y son fieles creyentes en la fe de Jesús y no les es menester hogueras, pavor ni miedo pues, si quisiéramos marchar a otro reino, no nos quemarían y allí creeríamos en la divina fe de Jesús.
***
Cosa grande y secreta Si viniera un peligro y fueran los jueces hostiles y nos llevaran detenidos donde los sabios [¿teólogos?], pues sospecharan que no creíamos en la fe de Jesús […]
***
Palabras de los inquisidores Grande ciencia
Los inquisidores han menester de un corazón fuerte cuando manden a prisión. Es menester callar pues ellos quieren que nos postremos de hinojos ante ellos. Pero, tras esto, decir argumentos extraídos de los comentarios a la Escritura, provechosos para exaltar la fe y entonces callarán pues no conocen los comentarios de la Escritura […]
***
Es uno encontrarse unas notas así, escritas con premeditación descuidada, y quedársele la cara que uno tiene para las grandes ocasiones: entre pavisoso y cariacontecido. Las cosas, las de Alfonso de Zamora al menos, ya no volverán a ser lo mismo.
No es que los dimes y diretes del presunto correveidile Zamora con los inquisidores fueran de verdad una cosa novísima (tienen ustedes, por ejemplo, una pieza relativamente difícil de encontrar de momento, de Carlos Carrete Parrondo también: «Tres precisiones de Alonso de Zamora ante el Tribunal de la Inquisición», Sefarad : Revista de Estudios Hebraicos, Sefardíes y del Oriente Próximo, vol. xxxiv, n.º 1 (1974), págs. 115-117) y ahora, de un modo mucho más accesible (las ciencias avanzan que es una barbaridad…), Carlos Alonso Fontela ha publicado el borrador sin arbitrar (preprint) de su trabajo «Apuntes de Alfonso de Zamora para la defensa de los acusados por judaizantes en unas notas marginales del ms. Leiden Or. 645 (olim Warner)» (26 de junio de 2011). Es solo que uno anda siempre con los esquemas a medio hacer y llega un documento (evidencia lo llaman) y se le quedan los esquemas como un chiringuito playero en el otoño: melancólico, desconcertado, a medio cerrar y solo.
***
julio 10, 2011 at 11:52 pm
Curioso ver estas notas de Alfonso contra la inquisición escritas en hebreo, hay algo de cinismo, no sé si porque sabía que los inquisidores no leían hebreo y era mejor que la escritura sagrada de los perseguidos fuera la morada de su queja o porque sólo la palabra de la escritura puede acallar sus juicios.
julio 12, 2011 at 7:27 am
Mi amiga y sin embargo colega Emma me decía hace un tiempo que ella veía a Alfonso como «una mala persona». Me sorprendió lo mismo que me sorprende que digas que era un cínico. Lo mismo es que mon sujet m’a tellement habité que empiezo a tener síndrome de Estocolmo (o de Alcalá).
Es muy hermoso como formulas el entrañamiento de Alfonso con su la escritura de su לשון הקדש: la morada de la queja no deja de ser una fórmula de la que me apropiaría feliz. Quizá con un matiz: era sagrada tanto para perseguidos como para perseguidores. Ese es precisamente el argumento que despliega Alfonso contra la ignorancia de los que persiguen.