Me dispensarán de más profundidades: estas son puras acuarelas vaticanas.

Los guardias suizos, en traje de diario, parecen ertzainas vestidos de azul (con medias y manoletinas). Y hablan francés. En lugar del buongiorno de uso corriente con que se saluda todo cristo tras los muros del Patrimonio de San Pedro (¿cómo se dan los buenos días en latín? ¿Sabrán hablar latín los guardias suizos?), lo mismo un día me da y saludo en francés, a ver si la Guardia Suiza es como Swiss: entra uno saludando en inglés, pregunta por su asiento en francés, pide agua en italiano y se despide en alemán. De lo que se haga en romanche yo no puedo dar noticia, claro. ¿Habrá guardias suizos que hablen romanche?

Entre las varias oportunidades únicas que se tiene al franquear los muros del Vaticano, está la de poder mandar correspondencia franqueada por los Correos Vaticanos. Su gracia tiene, no me digan que no.

Ah, ¿que no? Sosos. Y descreídos.

El personal de sala del Archivo Secreto Vaticano (todos hombres; ¿todos católicos?) van impecablemente encorbatados, impecablemente trajeados e impecablemente afeitados. ¿Cuánto cobrarán? Curiosa la proporción de bedeles (encorbatados, trajeados y afeitados) que si me alcanzan la edad de Cristo será por casualidad o por despiste de los recursos humanos vaticanos. Vamos, qué raro ver a tanto jovenzuelo imberbe en un archivo.

Limpitos y aseados vamos todos los lectores del Archivo Vaticano (lo que no es siempre el caso en todas las bibliotecas, archivos, bodas, bautizos, comuniones y barmisvás [¿Cuál es el plural de bar mitzvá?] a las que uno va). El punto 3 del prot[¿ocolo?] N. 48.393, firmado el 31 de julio de 2008 por el prefecto del Archivo, que reza (el punto, no el prefecto, aunque supongo que el prefecto también): « Cabe destacar asimismo todo lo contemplado en el vigente ‘Reglamento’ sobre la vestimenta adecuada al ambiente de estudio del Archivo Secreto Vaticano requerida a los Investigadores e Investigadoras » (la negrita, se los juro, es vaticana, no mía), es el único sitio donde se hace mención explícita de las investigadoras (que no son pocas, a la vista de la concurrencia) en todo el protocolo.

Las investigadoras llevan, entre otras cosas, vaqueros. Ceñidos, por si fuera del interés de ustedes saberlo.

Relacionado con la acuarela anterior, ¿con qué soñarán los investigadores del Archivo Secreto? ¿Tendrán sueños tirando a lúbricos? Marranos, vaya. Y hablando de marranos, ¿los tendría Alfonso de Zamora? ¿Resulta lúbrica la gramática de los Camhi? Me lo pregunto nada más por exhaustividad de mi investigación, claro. Curiosidad, vaya.

Relacionado con la acuarela anterior: qué cosas se le ocurren a uno hojeando (¿u « ojeando »? ¿O es que se puede « hojear » sin « ojear »? ¿ « Ojean » los ciegos o solo « hojean »? ) el índice 282, Rubricelle primi libri bullarum sanctissimi domini nostri domini Pauli p.p. tertij (« Registra vaticana 1454-1684 », del año 1534 a 1549).

Finura vaticana hasta en los detalles: « No se permite a los estudiosos la publicación total o parcial de dichos volúmenes » [de índices del archivo], Reglamento para los estudiosos del Archivo Secreto Vaticano, art. 16. ¿No se les vaya a escapar la clientela?

Ya les dije que no esperaran profundidades. Ahora no me vengan con monsergas.

Puerta Angélica (frontera entre Italia y la Ciudad del Vaticano) y fachada de la Iglesia de Santa Ana de los Palafreneros, templo parroquial vaticano, foto de Mattes, 24 de julio de 2009; Archivo Secreto Vaticano, Registros de súplicas, n.º 961, folio 135 verso (detalle); fresco de la tercera sala del Piso Noble de las dependencias del Archivo Secreto Vaticano.