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Trigo
Un campo de trigo revolotea por encima
de las cabezas de mi mujer y de mi hija.
Qué tonto describir así el pelo rubio,
pero es que de ahí brota
el pan de mi vida.
Roni Somek (רוני סומק)
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Pintan bastos para la cadencias de estas cosillas zamorescas: Alfonso se está poniendo francamente pesado (la crisis de los cuatro años, hay quien lo llama) y creo que voy a tener que pedirle el divorcio (que en otros ambientes denominan «defensa de la tesis». Yo, con mi anglofilia delirante e irredenta, prefiero la sutil disciplina inglesa: viva [voce]). Pero antes queda la chingadera del papeleo del divorcio (que los burócratas clasifican bajo el epígrafe «tesis doctoral»). Entre pleitos, idas y venidas del juzgado, certificado de penales, de buena conducta (firmado por mi cura y mi rabino; hay quien me ha vendido por ahí deciendo diciendo que yo, al fin y al cabo, soy «lo más judío que he podido encontrar entre los goyim»), de idoneidad, carné de manipulación de alimentos, fe de vida, partida de nacimiento, Rota Romana, guet (גט) como Dios manda, visado por un triunvirato rabínico, que tendría gracia que Alfonso me fuera a dejar a mí, precisamente a mí, aguná (עגונה) a estas alturas… en fin, entre pitos y flautas, adufes y dulzainas, lo menos, lo menos… que antes de un año no estoy soltero (a ojo de buen cubero). Lo dicho: una chingadera. Vamos, no me digan. Como para pensar en casarse otra vez.
Yo voy a ir viendo si podemos ir manteniendo un poco el chiringuito por aquí: todo con tal de no echar el cierre. A mí se me había ocurrido que, de tanto en tanto, podía colarles de rondó alguna cosa: qué les diría yo… ¿una del lingüista accidental? Al fin y al cabo ya me han pillado y debe de ser voz pública que uno va siempre con la antena puesta. Por ir variando, y por acabar la semana (a la judiega, claro) se me ha ocurrido que podrían comparecer por aquí poemas traducidos, principalmente del hebreo, y que podríamos llamarlos «Los poemas del sábado» (que saldrán los viernes, claro. Porque el sábado empieza el viernes como el domingo empieza – y sustituye – el sábado). El de hoy, por supuesto, está dedicado a Giorgio, que por ahí anda haciendo el ganso, hace doce días ya.
Vamos a ver qué tal nos va saliendo…
May 14, 2010 at 11:59 pm
Muy bienvenidos tus poemas sabáticos y encantador conocer tu irredenta anglofilia (que comparto aunque a la distancia -con ignorancia y especialmente con envidia por lo que allí se cuenta).
Ah y felicitaciones por la cercanía del divorcio!
May 15, 2010 at 10:05 pm
Me encanta la idea de los poemas sabáticos. Yo también ando en pleno divorcio y con Derrida, que no sabía nada de la aguna pero era y es un gran seductor, así que no le importa nada mi fidelidad de 5 años…
En fin, suerte con lo de la soltería…
May 16, 2010 at 11:31 pm
Caro Jesús: dudo que Alfonso de Zamora deje de seguirte como una segunda sombra y, lo que todavía es más admirable, que deje de seguirnos a algunos de nosotros.
Cierto que a ello contribuirá no sólo que, para aquellos menos instruidos en ciencias hebreas de tus lectores, Alfonso haya dejado de ser un oscuro erudito del siglo XVI comisionado por Cisneros para traducir su Biblia Políglota o el “último de los sabios judíos de Sefarad” y sea ya mucho más una prodigiosa aventura intelectual que nos ha guiado por los más inesperados vericuetos, del vigor de la música chochi de la radio militar israelí a las desventuras de la enseñanza del árabe en España. Sino que se ha convertido en una máscara, un trasunto, un emblema de un amigo de Móstoles al que hemos aprendido a querer -las facilidades de ese aprendizaje han sido palmarias- y a dejar que nos sorprenda, nos oree las certezas admitidas demasiado a la ligera, nos instruya, nos conmueva y nos desternille con bárbara asiduidad.
Porque supongo que ya sabes que más que humilde guenizá de un hebraísta en ruta, estas miguitas han sido yeshiva de vida y escuela de polisemia para sus espero que no siempre indignos discípulos.
Y dado que cuando pensamos en las Perure Alfonso ya entendemos que nos referimos a las Perure Jesús, nadie va a afearle que se siga sirviendo de esa fachada para continuar el feliz ejercicio que “como las cosas que honestamente recrean” se nos ha hecho tan necesario.
May 17, 2010 at 12:11 am
Te he respondido a lo de Almodóvar (perdón que lo anuncie aquí, pero me interesa mucho conocer tu opinión sobre mi contrargumento).
May 18, 2010 at 1:52 pm
Gracias, Julia, por la enhorabuena: los papeles con la Rota Romana van a buen ritmo (dicen en catalán que si le pagan, hasta San Pedro canta). Lo de la anglofilia alcanza niveles de lamentable delirio: fíjate que hasta hay cosas de la cocina -o lo que sea- inglesa que no me parecen que estén tan mal.
Ya vi tu réplica a lo de Almodóvar porque tengo suscrito el hilo de comentarios. Veré si saco tiempo: de momento, y salvo que se quiera pringar Alexandre, que es en realidad el especialista en cine de por aquí, diría que es un problema de géneros cinematográficos: que Almodóvar anda a ver si los deconstruye y va el hombre y los reconstruye pero con ladrillo pintado visto, aunque barato, para que se vea que en la casa se está a la moda y se es in. O como si un menú «argentino» se compusiera de cantidades ingentes, intragables, de res con vacuno y bovino (y chorizo, mucho pero que mucho chorizo asado) y toneladas de dulce de leche y quintales de alfajores, de postre. Como para que quede claro. Pero para uno que conoce de sobra el menú, porque la madre de Almodóvar y la madre de uno estudiaron en la misma escuela de cocina, no es más que una plasta cargante de bien poca sutileza. Como una pizza americana, más o menos. O puede que sea yo, que no me he enterado, que también puede ser perfectamente. También digo que es más de la última década (con puntas catastróficas como La mala educación, por ejemplo). Una peli de transición entre la hiladura fina de antes (por muy pararealista que fuera, que una cosa no quita la otra) y el engrudo de esparto de ahora es La flor de mi secreto: las escenas de Chus Lampreave y Rossy de Palma en el piso (o apartamento) sito en Parla siguen siendo de antología, como alguna cosa de cuando llevan a Chus Lampreave al pueblo («Qué hermosa está la mañana, Leo: / la luz del sol centellea. / Las flores dan su perfume, / sus rumores la arboleda…») pero luego una insistente línea de restregarme por la cara «Mira, mira lo español que soy y el tipismo que tengo…» Cuando uno es paisano de don Pedro, la cosa acaba siendo cargante por burda, más allá de las virtudes de su lenguaje visual.
May 18, 2010 at 1:53 pm
Sí, gracias Miriam: a ver cuánto dura la soltería. Cuando el diablo no tiene qué hacer, mata moscas con el rabo.
May 18, 2010 at 1:54 pm
Alexandre, por caridad del cielo: es usted un hooligan del elogio. Y no tengo nada más que decir.
May 19, 2010 at 8:13 pm
Qué vergüenza, Jesús, si estabas suscripto a los comentarios, habrás recibido mis tres correcciones a tu respuesta…
Lo de la comida inglesa siempre me recuerda un comentario de Obelix cuando anduvieron por Bretaña frente a un plato de jabalí «Hervido en salsa de menta, ¡pobre animal!»
Pero como de lo que hablamos justamente es de gustos, se puede entender cualquier excentricidad.
Al menos veo que en lo de Almodóvar coincidimos en algunos títulos. Detesté en su momento «La mala educación» y en cambio «La flor de su secreto» y antes «¿Qué he hecho yo para merecer esto?», son de mis favoritas.
Pero qué le vamos a hacer, así como vos disfrutás de la comida inglesa, yo parece que no me canso del cocido hispánico -algo cargado, comprendo- de don Pedro.
Saludos porteños.
May 21, 2010 at 4:17 pm
No, Julia, la configuración de tu blog es muy descrita y solo me ha llegado la última versión. Abrazos madrileños.
May 28, 2010 at 7:24 pm
[…] de los temas que van a salir en la tesis del divorcio bastante de refilón, seguramente para mi desdoro, será la relación que mantuvo Alfonso entre un […]
junio 13, 2010 at 1:00 pm
[…] «sin duda» o de «evidentmente», como hace el francés sapiente. Quizá, puesto a escribir esta tesis de divorcio en francés, se me desbordan los «sin duda» y los «evidentemente», que con paciencia me habían […]
agosto 22, 2010 at 10:39 pm
[…] no poco ingenio el relato monocorde de los «eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa». Rony Somek se ocupó del tiempo meteorológico, con un sutil avance sicalíptico que no puede sino llenar de […]